… de la sociedad actual, por mencionar algunos ejemplos:
1. Estados Unidos no es el gran líder que dice ser, ni siquiera son los más civilizados. Muchas de las compras de pánico desmesuradas comenzaron en este país. ¿El papel higiénico es más importante que la comida?
2. China sostiene más economía de la que pensábamos, y aún con una pandemia tan violenta, ganó su propia guerra y ha sabido poner ejemplo de conducta y supervivencia.
3. ¿Se necesitaba una contingencia mundial para mejorar las condiciones ambientales? El planeta se regenera rápidamente, y sin nuestra ayuda. Sin embargo, con nuestro invasivo estilo de vida, efectivamente estamos terminando con ella.
4. La cultura de la prevención salva vidas, la ignorancia y el alarmismo las arrebata.
5. El sector salud, privado y público, debe unir fuerzas para crecer exponencialmente. Vemos hospitales sumamente equipados sin una persona que quiera atender por miedo, y vemos hospitales sin ningún avance tecnológico, repletos de enfermos con suma necesidad.
6. Los intereses particulares sobre pasan los sociales. El capitalismo pesa más en los bolsillos de los grandes actores económicos. El sentido común es el menos común de los sentidos.
7. Las redes sociales juegan un papel primordial en esta sociedad super-conectada, pero también son el medio para crear caos.
En resumen, no estamos preparados para una pandemia.
En mi experiencia personal, como docente de una Universidad pública, y diseñadora independiente, me doy cuenta de cuan rezagados estamos en cuestiones tecnológicas y sociales -verdaderamente-.
Un ejemplo en cuanto a lo tecnológico:
Universidades privadas han podido migrar rápidamente a sus plataformas digitales, sin embargo, en las universidades públicas estamos batallando para que todo el cuerpo académico haga uso de aquellas plataformas abiertas, como Google Classroom o Zoom, para continuar con el ritmo académico, y esto se da ya sea por falta de disposición, por falta de conocimiento, o simplemente por falta de interés.
El caos estructural que existe en estas instituciones es el principal eslabón roto de la cadena al progreso. No todos acatan órdenes, muchos se refugian en pretextos oportunistas como: “no se nos ha dado en equipo para realizar las actividades desde casa”, cuando es más que obvio que esto puede realizarse desde la comodidad de un sillón y con un smartphone en la mano.
El salto generacional también constituye parte importante del rezago tecnológico. Vemos entre las bromas de internet que el COVID_19 es llamado el “boomer remover”, y no sólo porque el virus ataca más fácil a las personas adultas, sino porque es esta generación a la que más trabajo de cuesta aceptar las nuevas herramientas que existen para facilitarnos la vida. ¿Por qué seguimos viendo personas en los supermercados cuando puedes hacer tus compras en línea?, ¿por qué seguimos viendo personas moverse en transporte público para ir a sus trabajos cuando existen plataformas para hacer Home Office?
La generación Baby Boomer (1945-1965) se ha mostrado irreverente ante las medidas de contingencia, no sólo por su desapego tecnológico, sino también por sus valores arraigados. Y aquí quiero tocar dos puntos muy importantes que he visto latentes en México:
1. Muchas personas viven “al día”. No se pueden dar el lujo de quedarse en casa porque deben llevar el sustento a sus casas, y no se imaginan otras formas de hacerlo más la que han estado realizando desde hace más de 20 años.
2. Hay una completa desaprobación e ignorancia de la salud mental, pero ¿cómo se han sentido encerrados consigo mismos durante las pocas semanas que llevamos de “encierro”?
Los niveles de ansiedad y depresión han crecido de manera brutal en los últimos años, sin embargo aún es un tema tabú.
¿Cuál es el futuro social, después de esta pandemia?
1. Thanos tiene razón.
Hemos visto cómo el sector público se mantiene tangente a la situación y cómo carece de iniciativa para contribuir a la mejora social, cómo ha decidido dejarle “el paquete” al sector privado, ya que ellos “muy apenas” pueden consigo mismos.
Hemos visto cómo el sector privado intenta contribuir a la prevención con el Home Office, pero no quiere dejar de generar sus ganancias al mismo ritmo que sin contingencia.
Nos hemos dado cuenta de que nuestros sistemas organizacionales están obsoletos y no admiten distanciamientos. Habiendo tanta tecnología, no existe el uso correcto de ella.
Hemos visto cómo han surgido muchísimas propuestas abiertas (open source) para el desarrollo de objetos (como cubrebocas, máscaras de respiración, ventiladores, etc) que contribuyan a la prevención, y eso viene de las manos de muchos diseñadores, ingenieros y creativos, sin fines de lucro, que genuinamente están interesados en la prevención y en la mejora de las condiciones de vida que llevamos.
No existe una plataforma que reúna todos estos esfuerzos de manera formal, sólo aparecen esporádicamente en redes sociales. Los creative commons son un tema aún desconocido por muchos, cuando podrían ser la clave de la innovación social, y no sólo me refiero a los repositorios de proyectos digitales, sino a los talleres compartidos (coworkings y fablabs) donde las personas pueden acudir a fabricar sus soluciones personales.
Se supone que la tecnología nos mantiene cerca, mas nos ha sobrepasado y no hemos sabido utilizarla para conectarnos genuinamente (y positivamente) con ella. La industria 4.0 se ha visto lenta y el internet de las cosas se ha rezagado por miedo al cambio o la poca aceptación del usuario.
Prospectivamente, las mega tendencias (como las de Faith Popcorn) hacen cada vez más sentido y ya no son cuestiones del futuro, sino que se aceleraron y las estamos viviendo hoy en día.
El “atmosfear”, “cashing out”, “anchoring”, “clanning”, “cocooning”, “fantasy adventures”, las vemos en nuestros vecinos, nuestras familias, nuestros amigos.
Existe un miedo tremendo a las condiciones externas, existe mayor conciencia de la importancia de la salud, existe una necesidad vital de pertenencia con los demás, pero al mismo tiempo de encuentro individual.
Nunca sabes lo que tienes hasta que lo pierdes.
Dentro del caos, existe el orden. ¿Dónde encontramos el orden de este caos?
Creo que todos deseamos -por fin- un bien común. Basta de competencias, basta de egoísmos. O estamos juntos en esto, o a todos juntos nos va “a cargar el payaso”.
Veo el futuro como dos líneas paralelas que crecen exponencialmente: una nos conecta y nos reta al avance hiper-tecnológico (automatización e inteligencia de los objetos a nuestro alrededor) y la otra nos conecta con nuestra gente y nuestro espacio físico.
Entre más tecnología tenemos, más valor debemos darle a lo tangible.
Tengo fé de que el futuro consiste en una sociedad genuina y positivamente inter-conectada (a través de un buen uso de la tecnología), sin distinciones de ningún tipo, con conciencia de la sustentabilidad y el bienestar ambiental y social.